fuertes. Aquel día salían cómo favoritos, la presión y la ansiedad les pudo y
no desplegaron su juego como de costumbre. La mayoría niños e inexpertos se vieron
desbordados por los nervios, y sólo un valiente Muniain lo intentó una y otra
vez. Al final hincaron la rodilla y las lágrimas inundaron al equipo Vasco. No
lloraban por haber perdido cómo lloran los niños cuándo lo hacen. Lloraban
porque sabían lo cerca que habían estado de hacer historia, lloraban porque no
habían conseguido devolver a aquella gente, que a pesar de la derrota seguía
animándolos a todo pulmón, todo lo que durante el largo camino hasta Bucarest
les habían dado. Lloraban porque aman a su Athletic y les dolía, igual que lloraban
los aficionados.
Pero aquellas lágrimas los unieron con más fuerza. Saben que
todavía tienen una oportunidad de recoger el fruto de su trabajo y de darle a
su afición todo lo que merecen. Entre ojo y ojo tienen este título y en la mente
la sed de venganza por la final que les arrebataron en 2009. Saben que
prometieron que este año la gabarra volvería a surcar el Nervión y piensan
darlo todo para conseguirlo. Por eso para ellos es más que un partido, es mucho
más que levantar una copa o no hacerlo, para ellos es una cuestión de
sentimientos, de orgullo y de corazón.
En el otro lado está el Barça. Otro gigante herido. A pesar
de las 2 supercopas y el mundialito de clubs, de los 3 títulos grandes es el
único que les queda. Perdieron la corona de la champions por un capricho del
destino de forma cruel, que hizo que uno de los mejores jugadores de la
historia fallara aquel penalti en el que el balón decidió rozar el larguero y
elevarse por los aires. También perdieron la corona de la liga contra el máximo
rival ante el que ya no se acordaban de lo que era perder contra ellos, pero
que este año se plantaron en el camp nou y les arrebataron lo que más querían
en su propia casa. Después de un año en el que han recibido duros golpes como
la lesión de Villa y sobretodo la recaída de Abidal, después de verse cuestionados
afrontan este partido con las ganas de reivindicarse. Pero sobretodo la
principal razón por la que para ellos es más que un partido se llama Pep
Guardiola. El capitán del barco les dio la dura noticia de que no puede más y
necesita marcharse. Los jugadores tenían la esperanza de que se quedara, pero
no fue así. Por eso quieren ganar este título, por el hombre que les ha dado
los años más gloriosos que cualquier culé pueda recordar. Porque quieren
homenajearlo y quieren despedirse tal y cómo llegó: con una victoria más que
cierre el círculo virtuoso que él creó. Para ellos es una cuestión de gratitud.
No sabemos que pasará en este partido, pero lo que si
sabemos es que habrá dos equipos que protagonizarán una auténtica lucha de
titanes. Ya no es hora de hablar. Ya no es hora de pensar. Ahora sólo toca que
hable el balón y esperar a ver quién ganará la batalla.